Los cuidados básicos de los perros son ya una cuestión que todo amante de los animales sabe más o menos: una buena alimentación, rica y equilibrada (y que les resulte atractiva), ejercicio acorde a su edad, tamaño y estilo de vida, mucho cariño, algo de disciplina y visitas regulares al veterinario. Con estos elementos nos aseguramos de que nuestro perro goza de una salud perfecta, al menos en lo que depende de nosotros.
Sin embargo, como cada vez hay más información sobre nuestros mejores amigos, también aumentan las dudas sobre ciertos aspectos de su cuidado. La esterilización, los tratamientos de algunas enfermedades o cuándo es necesario el adiestramiento canino, por ejemplo, son algunos de los temas que siempre salen a colación en las conversaciones entre amantes de los perros.
En este sentido, nos encontramos con algunas prácticas de nuestro día a día, acciones muy comunes en la relación con nuestros perros que creemos que son correctas y en realidad no lo son. Por ejemplo, una de las más típicas es obligarlo a que socialice con otros perros durante nuestros paseos. Es cierto que la socialización es fundamental para el buen desarrollo del carácter del perro, pero no a costa de que el animal se ponga nervioso y tenga peores consecuencias. Debemos respetar sus tiempos.
Entre estas costumbres que pasan desapercibidas también está, como te explicamos en la galería, el excedernos con las raciones de comida, especialmente si tenemos un perro con cierta tendencia a engordar. Aunque nos pueda su carita de bueno y el querer darle muchos mimos y premios, debemos mantenernos firmes, pues su salud puede estar en juego en un futuro.
Otra costumbre negativa, aunque por fortuna se da cada vez menos y es más excepcional, es la de asistir nosotros mismos a nuestra perra durante su parto. Debemos acudir siempre al veterinario, pues su intervención puede ser crucial si el nacimiento de los cachorros se complica, tanto para que sea un éxito como para incluso, en casos extremos, salvar la vida de nuestra perrita.
En la siguiente galería te contamos algunas de estas prácticas que parecen inofensivas y que es mejor mantener a raya.
Abrazarlo con demasiada fuerza
En general, aunque son cariñosos, a los perros no les gustan los abrazos ni las muestras excesivas de afecto. Tampoco debemos cogerle de la cara y en especial de los belfos. Ante todo, debes estar atento al lenguaje corporal de tu perro, que te indicará cuándo te has pasado de afectuoso.
Disfrazarlo
Puedes ponerle algún jersey o impermeable para salir cuando hace frío, pero siempre que no le sea incómodo. Lo notarás enseguida si se queda inmóvil y no quiere andar o si te mira constantemente. Algunos tejidos incluso podrían producirle rozaduras en la piel.
Limpiar la casa con tu perro cerca
Los perros no soportan los olores de los productos de limpieza (si a nosotros nos molestan, imagina a ellos), por lo que intenta mantenerlo apartado de tus labores de limpieza.
Soplarle en la cara
Seguro que más de una vez lo has hecho durante vuestros ratos de juego. Pues... ¡lo odia!
No educar al niño para que respete al perro
Además de concienciarles para su futura vida adulta, la educación de los niños en el respeto a los animales es imprescindible para que vuestro perro esté cómodo y no desarrolle, en un futuro, comportamientos agresivos hacia el niño.
Dejarle solo en el coche
Ni cinco minutos, ni aunque el coche esté a la sombra con la ventanilla bajada. En los meses de verano puede tener consecuencias nefastas.
Obligarlo a socializar
Seguro que has observado que muchos dueños acercan su perro a otros perros cueste lo que cueste. Nunca hay que forzarlo, pues puede ser contraproducente. Si tienes problemas en este sentido, acude a un adiestrador canino.
No dejarle olfatear...
... ni explorar el entorno cuando salís a pasear. Es a través del olfato como el perro reconoce y socializa con su entorno. ¡No le quites eso!
Bañar a tu perro con tu champú
Su piel y su pelo precisan de productos específicos, por lo que ni tu gel ni tu champú valdrán para lavarlo correctamente, ni siquiera los de ph neutro.
Pasarnos con la comida
La mayoría de nosotros nos excedemos en la cantidad de pienso que les damos. Lo hacemos por mimarlos, pero no es bueno para ellos, pues pueden desarrollar obesidad y padecer enfermedades futuras.
Ser demasiado permisivos
Si bien es cierto que convivir con un perro es una experiencia muy positiva que nos aporta mucho, son animales que necesitan una cierta disciplina para no desarrollar comportamientos negativos.
Permanecer tensos durante el paseo
Transmitiremos a la correa nuestra inquietud y nuestros nervios, él percibirá nuestra tensión y puede desarrollar comportamientos temerosos o agresivos durante sus paseos.
Reñirle a posteriori
No sirve de nada regañar al perro horas después de haber hecho la trastada que sea; es más, le confundirás y no obtendrás ningún resultado positivo.
No establecer una rutina
Los perros (como nosotros en realidad) son animales de costumbres y precisan para ser felices de una rutina: sus paseos, sus horas de comida, sus ratos de juego...
Tratarlo como a un objeto
Aunque esto es cada vez menos común, todavía hay quienes tienen un perro por su belleza o su "utilidad". El perro es un compañero para toda la vida, un miembro más de la familia que debe contar en el hogar, y no un objeto de decoración.
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