La obesidad en perros: causas y soluciones
Salvo en contadas excepciones, patologías hormonales principalmente, un perro obeso no nace, se hace.
Como casi todas las malas costumbres de nuestro animal de compañía, el ser un individuo casi obsesionado por el alimento no surge de forma espontánea, es el lógico y patológico desenlace tras una serie de incorrectas actuaciones de manejo del propietario.
La fijación adquirida hacia el alimento tiene como consecuencia múltiples problemas: robos, perro basurero (el animal se mete en la boca todo lo que encuentra a su alcance), patologías digestivas por ingestión de productos en mal estado... y la inevitable obesidad como consecuencia de una mayor entrada de alimento de la necesaria para el desarrollo de una vida normal.
¿Está realmente gordo?
Podemos considerar obeso a todo aquel animal cuyo peso sobrepasa un 15% del ideal. En nuestra sociedad, entre un 30% y un 50% de perros y entre un 15% y un 30% de gatos son obesos. Lo más curioso es que la obesidad de nuestras mascotas es muchísimo más frecuente si los propietarios también presentan este exceso de peso. Hasta cierto punto es lógico pues propietario y animal hacen menos ejercicio, el dueño come más de lo debido y “solidariza” a su mascota en sus excesos a base de comida cocinada, mayor cantidad de alimento específico del animal, todo tipo de chucherías...
La posibilidad de que nuestra mascota padezca obesidad aumenta con la edad, y se presenta más comúnmente en las hembras que en los machos. También existen razas más predispuestas: labrador, cairn terrier, cocker spaniel, teckel, basset hound...
A todos nos cuesta reconocer que nuestro animal no está fuerte sino gordo y gracias a este no querer ver la realidad, nuestro animal seguirá su tendencia, su peligrosa tendencia de seguir comiendo sin freno, acumulando kilos en su organismo y haciendo un peligroso acopio de graves patologías.
Como siempre, el veterinario será la persona que debe abrirnos los ojos. Él será el que tras observar el estado del animal, comentar el sistema de alimentación y pesarlo, decidirá el plan a seguir.
- Consultar el peso ideal de su raza (si la tiene).
- Palpar sus costillas: deben notarse al pasar la mano con suavidad. Si no las notamos... ¡malo!
- No debe presentar "carnes colgantes" en su abdomen.
Si creemos que nuestro animal está gordo, acudamos al veterinario, con él plantearemos el plan a seguir para reducir el peso de nuestro mejor amigo, dicho plan constará de los siguientes puntos:
- Cooperación absoluta (imprescindible) del propietario.
- Evaluar la salud del paciente para confirmar o descartar posibles patologías que favorezcan la obesidad.
- Pesar al animal y evaluar su peso ideal.
- Establecer unos objetivos para la reducción del peso (cuántos kilos y en cuánto tiempo).
- Reducir el ingreso calórico:
- Disminuir la cantidad del alimento habitual.
- Utilizar dietas de adelgazamiento.
- Disminuir la cantidad del alimento habitual.
- Utilizar dietas de adelgazamiento.
Perro obeso
Un perro comerá gran cantidad de alimento siempre y cuando disponga de esa posibilidad. Por el momento, no se conoce ningún ejemplar con la capacidad de ir a la compra y servirse la cantidad que le apetezca. Los excesos alimentarios y la consiguiente obesidad vienen dados por los siguientes comportamientos del propietario:
- Alimentar a libre disposición a aquellos animales que comen con mucha rapidez o que no controlan su límite.
- Complementar la dosis diaria de alimento con sobras de nuestra comida o con añadidos alimentarios de dudosa eficacia y gran perjuicio.
- Utilización de alimentos inadecuados para la edad, estado o actividad de nuestra mascota.
Las soluciones a estos frecuentes errores son sencillas:
- Controlar la cantidad de alimento diario.
- No complementar el alimento con comida casera, sobras...
- Utilizar un alimento adecuado para la edad, estado y actividad de nuestra mascota.